Wednesday, November 30, 2011

Amy Winehouse / You Know That I'm No Good





Amy Winehouse
BIOGRAPHY
YOU KNOW I´M NO GOOD

Meet you downstairs in the bar and heard
Your rolled up sleeves and your skull t-shirt
You say what did you do with him today?
And sniff me out like I was Tanqueray

Cause you're my fella, my guy
Hand me your stella and fly
By the time I'm out the door
You're tear men down like Roger Moore

I cheated myself
Like I knew I would
I told ya, I was trouble
You know that I'm no good

Upstairs in bed, with my ex boy
He's in the place, but I can't get joy
Thinking on you in the final throes,

this is when my buzzer goes

Run out to meet your chips and pitter
You say we married, 'cause you're not bitter
There'll be none of him no more
I cried for you on the kitchen floor

I cheated myself
Like I knew I would
I told ya, I was trouble
You know that I'm no good

Sweet reunion, Jamaica and Spain
We're like how we were again
I'm in the tub you on the sink
Lick your lips as I soak my feet

Then you know this little carpet burn
My stomach drop yeah and my guts churn
You shrug and it's the worst
Who truly stuck the knife in first

I cheated myself
like I knew I would
I told ya I was trouble,
you know that I'm no good

I cheated myself,
like I knew I would
I told ya I was trouble,
you know that I'm no good




Amy Winehouse
BIOGRAFÍA
SABES QUE NO SOY BUENA

Encontrarme contigo en la planta baja en el bar y escuchar
Tus mangas arremangadas y camiseta de calavera
Tú dices ¿Qué has hecho hoy con él?
Y me husmeas como si fuese Tanqueray

Porque eres mi amigo, mi tipo
Me pasas tu Stella y vuelas
Mientras me largo
Tú vas derribando a tipos como Roger Moore

Me engaño a mí misma
Como sabía que lo iba a hacer
Ya te lo dije, era problemática
Sabes que no soy buena

Arriba en la cama, con mi ex
Está en la zona pero no puedo disfrutar
Pensando en ti en la última agonía,

es cuando suena el timbre

Salgo corriendo a encontrarme con tus pasos
Dices que nos casemos porque no eres rencoroso
No habrá nada de él nunca más
Lloré por ti en suelo de la cocina

Me engaño a mí misma
Como sabía que lo iba a hacer
Ya te lo dije, era problemática
Sabes que no soy buena

Dulce reencuentro, Jamaica y España
Estamos como estábamos antes
Estoy en la bañera tú en el lavabo
Relames tus labios mientras remojo mis pies

Entonces te das cuentas de que esta pequeña alfombra arde
Mi estómago cae y mi barriga se agita
Te encoges de hombros y es lo peor
Quien clavó el cuchillo primero realmente

Me engaño a mí misma
Como sabía que lo iba a hacer
Ya te lo dije, era problemática
Sabes que no soy buena

Me engaño a mí misma
Como sabía que lo iba a hacer
Ya te lo dije, era problemática
Sabes que no soy buena





Nota
Disculpen la ortografía del segundo video. “Nada es perfecto”, dijo la zorra. Por otra parte, y es lo que importa, el sonido es bueno. Además, piensen en la ventaja de otra traducción. Gracias.
Ninguna de las dos traducciones es perfecta, por supuesto, pero nos dan una idea del asunto.
Hasta el momento van tres canciones de Amy Winehouse en De otros mundos (las otras son Valerie y Back to Black, su obra maestra) y las tres son absolutas maravillas. De cada tema encontrarán dos videos, además de las respectivas letras en español e inglés.
La etiqueta de Amy Winehouse (en la columna derecha) puede remitirlos a noticias recientes (Las últimas horas de Amy Winehouse, Un negocio hecho cenizas, Buceando en el naufragio de Amy, Caza y captura de Amy Winehouse) y, en Biografías, encontrarán datos adicionales (Talento y perdición) sobre su atormentada y breve existencia.
En Biographies pueden leer más información (en inglés) sobre Amy Winehouse.

T.A.
Pamplona, 2011







Tuesday, November 29, 2011

Amy Winehouse / Valerie






Amy Winehouse
BIOGRAPHY
VALERIE
Well sometimes I go out, by myslef,
and I look across the water.
And I think of all the things,
of what you're doing,
and in my head I paint a picture.

Since I've come home,
well my body's been a mess,
and I miss your tender hair,
and the way you like to dress.

Oh won't you come on over,
stop making a fool out of me,
why don't you come on over, Valerie.

Valerie
Valerie
Valerie

Did you have to go to jail,
put your house out up for sale,
did you get a good lawyer.
I hope you didn't catch a tan,
I hope you find the right man,
who'll fix it for you.

Are you shopping anywhere,
change the color of your hair,
and are you busy.

Did you have to pay that fine,
that you were dodging all the time,
are you still dizzy.

Well since I come home,
well my body's been a mess,
and I miss your tender hair,
and the way you like to dress.

Oh won't you come on over,
stop making a fool out of me,
why don't you come on over, Valerie.

Valerie
Valerie
Valerie

Well sometimes I go out, by myslef,
and I look across the water.
And I think of all the things,
of what you're doing,
and in my head I paint a picture.

Since I've come home,
well my body's been a mess,
and I miss your tender hair,
and the way you like to dress.
Oh won't you come on over,
stop making a fool out of me,
why don't you come on over, Valerie.
Valerie
Valerie
Valerie
Valerie
Valerie
Valerie
Valerie
Valerie





Amy Winehouse
VALERIE
A veces salgo solo y miro a través del agua
Y pienso en todas las cosas que estás haciendo
y en mi cabeza hago una imagen

Desde que he vuelto a casa
mi cuerpo ha sido un desorden
Y extraño tu cabello de concurso
Y la forma en que te vistes

¿No vendrás por aquí?
Deja de ponerme en ridículo
¿Por qué no vienes, Valerie?
Valerie, Valerie, Valerie

¿Tuviste que ir a prisión?
¿Pusiste tu casa en venta?
¿Conseguiste un buen abogado?

Espero que no te hayas bronceado
Espero que encuentres al hombre correcto
Que lo arreglará por ti

¿Andas de compras en algún lugar?
¿Cambiaste el color de tu pelo?
¿Estás ocupada?

¿Y tuviste que pagar la multa
Que evadías todo el tiempo?
¿Todavía estás mareada?

Desde que he vuelto a casa
mi cuerpo ha sido un desorden
Y extraño tu cabello de concurso
Y la forma en que te vistes

¿No vendrás por aquí?
Deja de ponerme en ridículo
¿Por qué no vienes, Valerie?
Valerie, Valerie, Valerie

A veces salgo solo y miro a través del agua
Y pienso en todas las cosas que estás haciendo
y en mi cabeza hago una imagen

Desde que he vuelto a casa
mi cuerpo ha sido un desorden
Y extraño tu cabello de concurso
Y la forma en que te vistes

¿No vendrás por aquí?
Deja de ponerme en ridículo
¿Por qué no vienes, Valerie?
Valerie, Valerie, Valerie




Monday, November 28, 2011

Aurélie Raya / Las últimas horas de Amy Winehouse


LEA LA BIOGRAFÍA DE AMY WINEHOUSE AQUÍ

Las últimas horas de Amy Winehouse

 
Los análisis lo dicen: la cantante ahogó su desazón en el alcohol. Tenía 27 años. Este es el relato de la semana que acabó con su vida a través de los ojos de su familia, su médico, su guardaespaldas, su pareja y sus amigos.

AURÉLIE RAYA
El País, 12/11/2011





A Amy le cuesta coger el teléfono. En un momento de lucidez escribe a su amigo Kristian Marr este extraño SMS: "Estaré aquí para siempre. ¿Y tú?". Son las tres de la madrugada, la noche del 22 al 23 de julio de 2011. Está en la cama, en el tercer piso de su casa, frente a Camden Square. Ha bebido. Aturdida, se duerme. Ya ha vivido esta situación, la de sentirse pesada, aplastada, atontada por la bebida. Su guardaespaldas, que subió a verla unos minutos antes, no observó nada anormal. Es el mismo que va a echar un vistazo en su habitación a eso de las diez de la mañana. No se mueve. Él no se preocupa. Vuelve a primera hora de la tarde, intranquilo por ese silencio repentinamente molesto. "¿Amy?". No hay respuesta. Abre la puerta y se dirige hacia ella. "¿Amy?". Descubre a la cantante inerte en sus sábanas. Después de tres horas de misterio, las primeras pruebas toxicológicas que se realizan al cadáver descartan una sobredosis de drogas, sin precisar la causa exacta del fallecimiento. Los resultados definitivos indican una tasa de 4,16 gramos de alcohol por litro de sangre en el momento de la muerte. Con una tasa de 0,5 está prohibido conducir; 3,5 es el punto límite, la parte del cerebro que controla la respiración resulta afectada. Winehouse ha bebido como una descosida, una vez más.


"Parecía ida, solo era cuestión de tiempo", dijo su madre de su último encuentro.
Su último novio, Reg Traviss, revela un proyecto de matrimonio inminente y poco creíble.
Solo su difunta y querida abuela, Cynthia, habría podido hacerla entrar en razón.


Una vez de más. Ni siquiera había un vaso al pie de la cama, solo tres botellas de vodka vacías. Cayó en un coma etílico que pudo provocar un vómito en los bronquios, un enfriamiento de la temperatura corporal o una crisis epiléptica. Según las conclusiones de la investigación, su muerte es "accidental".
"No era una suicida, tenía proyectos"
Desde hacía algunos años, los vaivenes alcohólicos caracterizaban a Amy. En cuanto iba demasiado lejos, en cuanto sentía que daba lástima, dejaba de beber de golpe. Esos periodos de sobriedad forzosa se prolongaban durante dos, tres semanas. Pero siempre volvía a beber, cada vez con más intensidad. Tras el desastre del concierto de Belgrado, el 18 de junio, en el que apareció patética, titubeando y mascullando palabras inaudibles sobre el escenario, lo dejó todo. Quería superarlo, cantar otra vez, amar, vivir. Aguantó tres semanas. Hasta el 20 de julio, cuando se la vio, después del concierto de su ahijada, Dionne Bromfield, bebiéndose copas de ginebra y de Red Bull. Winehouse, que era capaz de oscilar entre la euforia y el abatimiento en una décima de segundo, era tan imprevisible que su entorno no advirtió ningún peligro en especial. La pequeña les había acostumbrado demasiado a volver a levantarse.
Su madre, Janis, la visitó por sorpresa el día anterior a su muerte. No pudo impedir nada y solo pudo constatar la magnitud del daño. "Parecía ida, perdida. Solo era cuestión de tiempo". Más tarde suaviza esta visión macabra: "Podía dormir horas y horas y siempre parecía que acababa de despertarse. Nos bebimos un té, vimos fotos de familia... Cuando me fui, me abrazó y me dijo: 'Mamá, te quiero".
La doctora Cristina Romete vigilaba la salud de Amy desde hace cuatro años. Vino a su domicilio ese día, sobre las siete de la tarde. Hacía poco le había recetado Librium, un medicamento que ayuda a combatir las crisis de ansiedad relacionadas con la abstinencia. Comprueba que Amy ha vuelto a beber, pero no se alarma. "Amy estaba achispada, pero podía mantener una conversación". Cuando Romete le pregunta si tiene intención de dejar de beber, Amy duda: "No lo sé". Y la doctora concluye: "No era una suicida, tenía proyectos. Y me dijo: 'Todavía me quedan cosas por hacer en la vida". Eso es suficiente para tranquilizar a un médico.
Deja a su paciente a eso de las ocho de la tarde, sin imaginarse lo que pasaría después. Puede resultar comprensible: 2011 no es 2008, el annus horribilis de la cantante. Amy ya no comparte las rayas de cocaína con Pete Doherty mientras se desternillan delante de unos ratoncillos. Amy ya no se escarifica los brazos para atenuar el dolor causado por la falta de heroína. Su exmarido, Blake Fielder-Civil, el hombre que le hizo descubrir todas esas sustancias, duerme en la cárcel por intento de robo. Por eso unas copas al principio de la noche no son nada...
"Estaba muy aislada"
Durante este último verano londinense, se encuentra razonablemente mal. "Amy no hacía gran cosa, creo que estaba muy aislada", dice un fotógrafo que la siguió durante años. Sus amigas más queridas de sus inicios, Juliette Ashby y Remi Nicole, ya no llaman a la puerta de su casa de improviso. Ya no juega al billar durante noches enteras, como antes, en su garaje o en el primer piso de su pub preferido, The Hawley Arms. Se aburre. Ya no existe pasión en la relación intermitente con su novio desde hace dos años, el engominado director de cine Reg Traviss. Le quiere mucho, pero nunca sustituyó a Blake, El Terrible.
Reg la dejó en febrero, y luego en mayo, asustado por sus abusos y sus llamadas de teléfono regulares a Blake a la cárcel. Hoy, revela un proyecto de matrimonio inminente, poco creíble. Desempeña el papel de yerno ideal y eterno. Y hay que poner cara de circunstancias cuando Reg Traviss explica, con el beneplácito de la familia Winehouse, que Amy era "una mujer normal, cuerda y con buena salud". En otro planeta, a lo mejor.
Pero en el norte de Londres, la noche del viernes 22 de julio, Winehouse encadenó los chupitos uno tras otro hasta el encefalograma plano. Según un allegado de Reg, Amy y él se habían visto y se habían tomado unas copas, pero lo niega con una candidez enternecedora: "El viernes acabé de trabajar tarde y, como no conseguí hablar con ella, pensé que se había dormido. Le envíe un mensaje para decirle que iba a ver un DVD y que me avisase en cuanto se despertara. Me parecía raro no saber nada de ella. Al salir de la peluquería, vi una llamada perdida del número de su guardaespaldas. No me preocupé, siempre perdía su móvil y habría usado el suyo. No la volví a llamar, me pasé por mi despacho para buscar unos zapatos". Sin embargo, sabe que habla de Amy Winehouse, una chica que se salvó de milagro de una sobredosis repetidas veces, una chica que cambiaba una adicción por otra, una chica que había vuelto a beber desde hacía poco, una chica que acababa de enviar un mensaje a otro en mitad de la noche, Kristian Marr, que hacía seis semanas que no la veía.
"Iba por buen camino"
¿Por qué una señal ahora? Él aún no lo entiende. Y recuerda así su último momento juntos: "Estábamos viendo Scarface en nuestro sofá. Amy quería comprar alcohol. La convencí para que se conformara con té. Nos quedamos dormidos. Y yo era feliz sabiendo que iba por buen camino". Pero luego resbaló.
Un tal Tony Azzopardi declara que Amy le "pilló" en la calle y se lo llevó en taxi esa noche para que la pusiera en contacto con un traficante de West Hampstead. Este supuestamente le proporcionó crack y heroína por 1.200 libras. Tony añadió ante la policía que había fumado crack delante de sus ojos, en el taxi, quejándose del acoso de Blake. Pero, teniendo en cuenta que en las pruebas toxicológicas no hay rastro de estupefacientes, ¿qué crédito puede tener un viejo yonqui sin blanca, alcohólico y dispuesto a todo por unos billetes?
Bipolar y depresiva
¿Así es como muere una estrella de 27 años? ¿Tan sola? ¿Se puede culpar de negligencia a su entorno? Andrew Morris, su fornido guardaespaldas, volvía de vacaciones. El médico que la trataba observó un ligero estado de embriaguez. No avisó a nadie. Estas personas olvidaron su naturaleza versátil, bipolar y depresiva. Su madre la encontró como de costumbre, dormida y luego despierta, alegre y luego melancólica. Se preparaba para lo peor desde hace tanto tiempo que había acabado por convencerse de que eso no ocurriría nunca. Su padre vivió unos meses con ella para protegerla. Era insoportable. Vive en Kent, a una hora de la capital. Reg la había dejado sola con sus demonios, sin mala intención.
Solo su querida abuela, Cynthia, habría podido hacerla entrar en razón. Las dos escuchaban a las divas tristes Dinah Washington y Sarah Vaughan. Cynthia, apodada Nan, le contaba a Amy su aventura con el saxofonista de jazz Ronnie Scott, sus infamias de adolescente, su expulsión de la prestigiosa escuela de teatro Sylvia Young por un piercing demasiado evidente, su amor por los uniformes de las camareras estadounidenses de los años cincuenta... Amy hacía entonces el esfuerzo de respetar esas citas semanales. Nan falleció de un cáncer de pulmón en 2006. Amy ya no se sometió nunca a ningún tipo de disciplina. Su canción Rehab pone de manifiesto esa obstinación por hacer solo lo que le plazca. ¡Había esquivado la muerte tan a menudo!
La época en que pasaba las noches vagando, destrozada, con Blake, las uñas ennegrecidas por el crack, los brazos cubiertos de arañazos y las piernas llenas de moratones, había pasado. Su malestar, menos visible, seguía ahí.
La carrera de un cometa
En tres años, el lapso de tiempo que separa su primer álbum, Frank, del segundo, el intenso, Back to black, el dolor, la desesperación, la pena, la droga y la dependencia le habían dotado de una voz potente y oscura, la de una mujer madura y triste. Nunca fue capaz de repetir la proeza, la de poner música a sus males. Su carrera finalizó, por tanto, en 2006, a los 23 años. Un cometa.
Un principio de enfisema diagnosticado en 2008 mermaba su capacidad pulmonar. Era joven para una enfermedad de viejo. En Body and soul, a dúo con su ídolo, Tony Bennett, se oye su timbre dañado y estropeado por los excesos. Su última grabación. En ella, la falta de brillantez y de energía es patente. Ya no tenía mucha voz. ¿Era irremediable? A Amy parecía aterrorizarle la idea de volver a cantar en público o de volver a poner los pies en un estudio. Adoraba la música y sus paseos por Camden, pero la frescura y el entusiasmo se habían atenuado. Era rica y le daba igual. 4,16 gramos. Se mató. Su muerte el 23 de julio fue un accidente. Podría haber sucedido meses o años antes. Su vida fue muy breve y sus tormentos fueron interminables. Un suicidio largo, salpicado de momentos furtivos de alegría y de sobresaltos pasajeros. El destino predeterminado de una chica agotada antes de la treintena.
Traducción: News Clips
© Paris Match' / Contacto
Un negocio hecho cenizas
Amy Winehouse según Scianmarella
En verano de 2012 saldrá a la venta 'Amy: my daughter' (Amy: mi hija), biografía de la cantante londinense firmada por su padre, Mitch Winehouse. Según él mismo ha confesado: "La necesidad de escribirla no solo surge de querer contar su auténtica historia, sino como revulsivo ante su muerte". Las ganancias íntegras del libro, publicado por Harper Collins, irán para la Amy Winehouse Foundation, puesta en marcha por los progenitores tras su fallecimiento con el fin de ayudar a jóvenes con problemas de adicciones. De igual manera, se destinarán a la fundación los beneficios de la subasta del vestido de la diseñadora tailandesa Disaya que lució Winehouse en la portada de 'Back to black', el disco que le supuso la fama mundial y vendió más de 3,2 millones de copias. La puja será el 29 de noviembre y se espera que supere los 23.000 euros. A cargo estará la casa de subastas londinense Kerry Taylor. Y el 5 de diciembre verá la luz su testamento sonoro: 'Lioness: Hidden treasures', un disco que reúne 12 canciones, entre material nuevo en el que estaba trabajando, versiones de clásicos, canciones inéditas y tomas alternativas de sus propios éxitos, más un par de colaboraciones, junto a Nas y Tony Bennett.


Amy Winehouse
Fotografía de Bryan Adams
BUCEANDO EN EL NAUFRAGIO DE AMY

Salen a la luz las grabaciones que Winehouse dejó a su muerte hace cuatro meses. La colección de canciones inéditas esboza el retrato borroso de una artista voraz.

DIEGO A. MANRIQUE
El País, 25/11/2011



La última vez que visité una librería británica, la mesa de novedades estaba tapizada con tomos sobre Amy Winehouse. Una revisión rápida me hizo sospechar que no estaba allí lo que buscaba: eran relatos de testigos visuales, moralejas alargadas a dimensión de libro, mucho corto-y-pego. No localicé el relato completo que conjugara vivencias y creación.


No nos esperan descubrimientos: ya se rebañó su archivo para reeditar 'Frank'.
Hay una docena de temas que no saldrán por falta de calidad sonora.


Un deseo prematuro, por lo demás: su obra artística todavía está incompleta, creíamos. Amy Winehouse era una entusiasta y presumía de varios frentes abiertos, como el disco de jazz que planeaba con el saxofonista Soweto Kinch y el baterista Questlove. Cabía imaginar que quedaron toneladas de experiencias suyas en el limbo de los discos duros, esperando su publicación o su reelaboración (pero no, como veremos). La primera cata en ese legado se llama Lioness: hidden treasures, que Universal pone en las tiendas el 2 de diciembre, como gran acontecimiento. Comercialmente, lo es: el catálogo de Amy, esencialmente dos álbumes, se reavivó tras su muerte y alcanzó nuevos récords de venta.
Antes de entrar en materia, conviene prescindir de prejuicios. Funciona cierto automatismo en un sector del público, que dispara indignado contra cualquier lanzamiento póstumo. Desde las alturas de la ingenuidad, solo se ve en esos casos una operación comercial; la realidad resulta más compleja. En el tiempo presente, es difícil impedir la difusión de cualquier grabación, a pesar de sus posibles deficiencias de sonido o interpretación. Y las consecuencias pueden ser penosas. La reputación de Jimi Hendrix se vio deteriorada por una avalancha de elepés legales o piratas; solo ahora, con el control de su familia, se está enmendando el desaguisado, con ediciones ordenadas y cuidadas al máximo.
Aceptemos que los herederos tienen algo que decir al respecto. Y celebremos sotto voce que algunos fideicomisarios ignoren las instrucciones del difunto, como hizo Max Brod con los papeles de Franz Kafka: gracias a esa "traición", hoy conocemos El proceso, América o El castillo. Lamento informar de que seguramente no nos esperan descubrimientos equivalentes entre el patrimonio inédito de Amy: ya se había rebañado su archivo para las reediciones ampliadas de Frank y Back to black.
Asumamos que las compañías discográficas también participen en el proceso. Su especialidad, después de todo, es confeccionar discos y se supone que saben distinguir entre el impulso fetichista y la necesidad de configurar una experiencia auditiva tolerable. Ted Cockle, jefe de Island, ha especificado que hay una docena de canciones que nunca verán la luz del día por carecer de calidad sonora. Claro que nunca se debe decir "nunca": alguna de ellas, como Procastinate, ya se puede localizar en la Red con un título levemente cambiado.
Esa confluencia de factores explica que en la presentación a medios de Lioness, realizada a finales de octubre en un estudio del Soho londinense, fuera un ejercicio de diplomacia y sobreentendidos. Así, se pasó de puntillas por parte del repertorio aquí incluido. No sonaron temas como Valerie, Will you still love me tomorrow y Wake up alone, ya disponibles en otras versiones en discos de Amy, o el eterno Body and soul que grabó con Tony Bennett para Duets II.
El responsable del proyecto es Salaam Remi, productor de hip-hop con buena brújula para llegar al gusto más mainstream. Socio de Amy desde Frank, buscó maquetas, grabaciones olvidadas, primeros pasos para lo que pudo ser el tercer álbum legítimo. Ese material fue completado con instrumentistas y, en Like a smoke, una parrafada del rapero Nas, otro artista de Salaam por el que, nos cuenta, ella sentía una afinidad especial.
Lo que queda es un retrato borroso de una artista voraz. En 2002, durante su primer encuentro con Salaam, Amy se puso a cantar La chica de Ipanema sin ensayar; si le fallaba la memoria para la letra, se lanzaba al scat, como han hecho cien mil vocalistas de jazz. Mantenía su querencia por el reggae clásico, como evidencia en su lectura de Our day will come, también grabado aquel año.
Amy sabía del poder curativo del soul. En 2009, en su propia casa, probó con A song for you, balada de Leon Russell, tomando como referencia la versión de Donny Hatthaway; en un comentario final, Amy Winehouse sitúa al desdichado vocalista (supuestamente, se suicidó en 1979) en el mismo pedestal que Marvin Gaye. Aproximadamente de la misma época es su Between the cheats, una reflexión sobre la infidelidad cuyo título referencia otro pináculo del soul sensual, Between the sheets, de los Isley Brothers.
No hay grandes revelaciones. Está Halftime, un tema destinado a Frank y finalmente no incluido, que justifica ese título: "Y cuando canta Frank Sinatra / es hasta demasiado / él pacifica mi dolor". Aparecen destellos de fatalismo y desafío; el oyente puede aplicar algunos versos a las peripecias sentimentales de Winehouse pero se mantiene el misterio.
Amy Winehouse no fue una víctima de la industria musical. Todo lo contrario: conviene recordar que se benefició de unas escuelas subvencionadas que ofrecen una gran formación técnica, de un sistema entonces próspero que puso a su alcance eficaces colaboradores. Desdichadamente, no había ni hay mecanismos para aprender a asimilar el éxito, a amar el propio cuerpo, a esquivar relaciones de dependencia, a evitar analgésicos emocionales.




Sunday, November 27, 2011

Si no eres para mí, no serás para nadie / Mujeres desfiguradas con ácido

Nanoo G.
Memory of Grief
“Si no eres para mí, no serás para nadie”

Crece en Colombia la consternación por los casos de mujeres desfiguradas con ácido por sus ex parejas

Armando Neira
El País, España
Bogotá, Colombia, 23 de noviembre de 2011


A Érica Vanegas le molesta la luz del sol. Al principio, por vergüenza, decidió privarse de ese sencillo placer. Pero con el tiempo, sus ojos se habituaron a la oscuridad en la que se refugió y ahora ante la claridad levanta la mano para protegerse. Su tragedia empezó el día que sintió que ya no amaba a su novio Dagoberto Rodríguez. “Si no eres para mí, no serás para nadie”, le respondió este. Cumplió su cruel sentencia.
Por la época en que sucedieron los hechos, septiembre de 2008, Érica estudiaba bachillerato en el colegio José Martí de La Resurrección, un populoso barrio del sur de Bogotá, Colombia. Soñaba con aprender inglés y llegar a ser enfermera. Rodríguez era su primer novio y aunque sentía que lo quería creyó que a sus 16 años era demasiado joven para mantener una relación seria con un hombre de 24.

Érica Vanegas
Fotografia de Ricardo Pinzón
Revista Gente

Tras la amenaza de él, ella la interpretó como algo que se dice por decir. Él, sin embargo, se fue furioso mientras gritaba: “Voy a joderte!”, esto es, asesinarle su belleza. El 16 de ese mes, ella se encontraba con sus amigas en las escalinatas de su casa cuando un pequeño de 10 años se le acercó y le arrojó un líquido a su rostro de adolescente. Érica, entre los gritos de dolor y confusión, tuvo un instante de lucidez para entrar rápido a la casa y poner su cara bajo la llave del agua. El daño, empero, ya estaba hecho.
El hombre fue capturado y confesó que le habían pagado 3.000 pesos (cerca de un euro). Las investigaciones se dirigieron contra Rodríguez quien aceptó su responsabilidad. La familia de la joven se encontró, entonces, con un frágil sistema jurídico en el que semejante acción es considerada en este país como una lesión personal algo así como darle bofetadas o puntapiés. No es un atenuante cualquiera porque en términos legales lo hace excarcelable. Aunque le haya matado su belleza, él insistió que de su parte no hubo intento de homicidio.
No es el único caso que ha ocurrido en Colombia. La periodista Mónica Meléndez, en un reportaje que publica la revista GENTE del mes de noviembre, recopiló 20. Cuatro de ellas aceptaron posar para la lente de Ricardo Pinzón, fotógrafo de la misma publicación. Dos más, que habían aceptado mostrar su rostro, finalmente, desistieron: “Nos da mucha vergüenza”, se excusaron.
Además de Érica, relataron su drama María Cuervo, de 41 años, Gina Potes, de 35 y Gloria Piamba, de 25. “Lo hacemos porque la sociedad debe tomar conciencia de esto”, explicaron. Para Marta Olga Ángel, psicóloga del Hospital Simón Bolívar, un centro en donde han atendido a la mayoría, “visibilizarse” es un paso importante: De esta manera “empiezan a reconocer su nueva imagen y así evitan una autoagresión”. En efecto, tras el ataque y después de la primera mirada ante el espejo todas confiesan que han pensado en el suicidio y algunas reconocen que lo han intentado.

Gina Potes
Fotografía de Ricardo Pinzón
Esto, por ejemplo, hizo Gloria Piamba. El pasado 24 de diciembre su ex pareja, Édgar Pinto Valbuena, la buscó con la propuesta de una reconciliación en la Noche de Navidad. Ante el rechazo, intentó agredirla con un puñal. No lo hizo pero antes de irse le dijo: “Si no eres para mí no serás para nadie. En tu cara me voy a cagar y con la ley me voy a limpiar el culo”. Minutos después, un desconocido del que solo hay un retrato hablado, le lanzó un líquido que le afectó la sien izquierda, un ojo, la nariz y el mentón. “Sentí que me estaban prendiendo fuego”, recuerda ella. Al confrontarse con el espejo tomó la decisión de quitarse la vida y también la de matar a su hijo, Alejandro, de 5 años, porque “esta vida ya no valía la pena”. Reunió dinero y buscó en el mercado negro un arma para cumplir su propósito. Desistió para, entonces, hacerle frente a la vida. Ahorró y compró un par de máquinas de coser que le permitan convertirse en confeccionista. De vez en cuando su tranquilidad es alterada por su expareja -quien está libre y sin ningún cargo en su contra-. La llama para decirle: “¡Si ves lo bonita que quedaste!”.
Esta tragedia de las mujeres a los que agresores buscan arrebatarle para siempre su belleza se hizo visible en Colombia en junio de 2010, cuando María Fernanda Núñez, una ex reina de belleza de la ciudad de Cúcuta, cerca de la frontera con Venezuela, sufrió lesiones similares aunque en menor grado. En un país donde este tipo de certámenes son seguidos por las mayorías, el impacto de esa noticia sacudió todos los estamentos porque la víctima había conquistado un cetro de la belleza. Sin embargo, las historias de las demás chicas hasta hoy habían pasado inadvertidas.
Su salida, ahora, a la luz pública, ha coincidido con varias iniciativas legislativas y de ONG que buscan ponerle freno, de una vez por todas, a la violencia de género. El pasado 9 de noviembre, la bancada femenina en el Congreso radicó un proyecto de ley que busca establecer fronteras precisas cuando se tramitan los casos judiciales de agresión contra mujeres. La iniciativa legislativa elimina, entre otras, la posibilidad de la conciliación y el desistimiento entre las partes. Esto porque hoy muchas mujeres acuden ante las autoridades, pero después de la agresión, perdonan a sus parejas, incluso algunas vuelven con ellos, y las querellas son archivadas.
La iniciativa va inclusive más allá. “Se podrá interponer una denuncia por parte de cualquier persona para que la autoridad competente inicie de oficio la investigación, y en dado caso, así la mujer se retracte, siga adelante el proceso”, explica la senadora Alexandra Moreno Piraquive. La iniciativa es impulsada por las representantes de todos los partidos políticos y tiene el respaldo del presidente Juan Manuel Santos quien ve en la violencia de género una “vergüenza” a la que hay que ponerle freno de una vez.
“Tenemos que reaccionar”, dice la periodista Jineth Bedoya, quien fue abusada sexualmente por varios miembros de los paramilitares cuando estaba haciendo un reportaje. “A una le duele tanto la agresión como la indiferencia de la sociedad. Por eso, siento alivio cuando veo que estamos reaccionando para frenar este horror”. Para ella, hay que visibilizar los casos y también aprobar un conjunto de normas más severas. Jineth abandera desde EL TIEMPO, el diario de mayor circulación nacional, la campaña: “¡No es hora de callar!”. La periodista da cifras escalofriantes: “De 400 mil mujeres que hemos sufrido violación en medio del conflicto, la Fiscalía General de la Nación solo tiene 700 casos. ¡No más silencio! Entre más mujeres denunciemos habrá menos agresores encubiertos”.
Gina Potes, de 35 años, ve estas medidas saludables aunque considera que son tardías. Argumenta que si Colombia tuviera disposiciones más severas desde cuando ella fue atacada hace 15 años, probablemente no existiría esta espiral que empezó con golpes, violaciones hasta “hacernos esto”. Ella estaba en su casa haciendo tareas domésticas cuando tocaron a la puerta. Con la inocencia de sus entonces 20 años, salió a atender el llamado. Antes de que pudiera reaccionar, un hombre le arrojó en el rostro ácido que llevaba en un tarro plástico. “¡Eso le pasa por ser tan bonita!”, le gritó y emprendió la huida.
Como a varias de las mujeres luego de un ataque con ácido sulfúrico, Gina despertó tiempo después en un hospital. Hoy cuenta las 24 veces que ha ido al quirófano para reconstruir lo que era su rostro e ironiza –indignada– de los 30 días de incapacidad laboral que, tras el ataque, le dictaminó el Instituto de Medicina Legal.
“Yo todavía me estoy recuperando”, dice. Ya no modela, pero sabe de estética –es técnico profesional–, por eso se maquilla, se peina, trata de mantener la vanidad. “Soy una mujer en todos los sentidos, así no me den trabajo por la cicatriz que tengo”. Nunca ha claudicado. La mueven las ganas de vivir y la indignación de las cifras de violencia de género. En 2010, más de 28 mil mujeres, en Colombia, sufrieron de algún tipo de maltrato a manos de su pareja.
La casi totalidad de los casos quedan en la impunidad. “El sistema penal colombiano es pragmático, está diseñado para juzgar al victimario y no para defender a la víctima. Por eso, si no hay una carga probatoria fuerte, la cosa se queda así”, explica Natalia Poveda, de la ONG Humanas.
A mujeres como María Cuervo, de 41 años, no les quita el sueño las batallas jurídicas sino el dolor que da pasar por el quirófano y el terrible miedo de enfrentarse a un espejo. Hace seis años, un 8 de marzo, fue atacada cuando en Colombia se celebraba el Día de la Mujer. “Triste, ¿cierto?”, dice ella. De su casa retiraron, por súplica suya, los espejos. Se enclaustró durante un año, tiempo que tardó para volver a ver su rostro reflejado. “Le tenía pánico al espejo”. De esa época para acá, le han efectuado 50 cirugías.
En un país donde se le rinde culto a la belleza, los agresores han encontrado en este cruel y horrendo método una forma de venganza inimaginable. Es el crimen perfecto: asesinan la belleza, la víctima jamás olvida al victimario y este sigue libre, como si nada.

Saturday, November 26, 2011

Premios Nobel de Literatura / Ciento diez años de soledad

Alfred Nobel
María Teresa Lezcano
PREMIOS NOBEL DE LITERATURA
CIENTO DIEZ AÑOS DE SOLEDAD


Mario Vargas Llosa
     
Cuando Mario Vargas Llosa ya daba fe de que, como El Paraíso estaba En La Otra Esquina y Lituma En Los Andes y que, por más que mantuviera Conversaciones En La Catedral haciendo el Elogio De La Madrastra, en La Ciudad Y Los Perros de Estocolmo nunca sería premiado a menos que llegarán Pantaleón Y Las Visitadoras y proclamaran La Guerra Del Fin Del Mundo, ha resultado que, gracias a una de esas Travesuras De La Niña Mala sueca, también llamada Academia, el hombre que soñaba con La Tentación De Lo Imposible ha entrado en la ilustre Casa Verde con los Cuadernos De Don Rigoberto bajo el brazo y, sonriendo en La Suntuosa Abundancia dentaria  como si se hallara en plena Fiesta del Chivo, ha declarado el advenimiento de La Orgía Perpetua literaria, léase: la posteridad.Y es en este momento cuando a mí me asaltan algunas dudas y me pregunto y les pregunto: ¿Cómo ha tratado la inmortalidad literaria a sus nobelados y a veces novelados miembros? ¿Cuánto dura la posteridad? ¿Cuándo empieza? ¿Han sido algunos vivos – en el buen sentido de la palabra – literariamente inmortales antes de ser fiambres excelsos? ¿Es la posteridad permanente en sus afectos o más voluble que El Lenguaje De La Pasión ? ¿Quién Mató A Palomino Molero? Intentaremos analizar juntos estas cuestiones, exceptuando, obviamente, la última, que sólo podrán dilucidar si leen la correspondiente obra del recién laureado escritor.
             Desde 1901, año en que el poeta parnasiano Sully Prudhomme inauguró el cumplimiento testamentario del explosivo sueco Albert Bernhard Nobel, hasta el pasado siete de octubre, fecha en que El Pez En El Agua ha recibido el galardón más codiciado de las Letras, han transcurrido 110 años y se han entregado 104 premios Nobel de Literatura –las dos guerras mundiales sumaron seis años de absentismo académico–, cuyos beneficiarios se han ido enfrentando a la perseguida inmortalidad creativa de maneras muy dispares. De la hornada nobelística inicial, correspondiente a la primera década del siglo veinte, no sé cuántos nombres les sonarán: ¿Tal vez el del historiador alemán Theodor Mommsen, que se empecinó en editar todas las inscripciones latinas del Imperio Romano? ¿Quizás el de Selma Lagerlof, creadora de Nils Holgersson, ese niño sueco que volaba aferrado a un ganso? A quien sí conocerán, al menos de manera referencial, será a José Echegaray, ya que fue el primer español en dar en la diana del Nobel, que en 1904 compartió con el poeta provenzal Frédéric Mistral. Sin embargo, ¿han leído alguno de sus dramas en prosa o siquiera en verso? (si se han librado hasta el momento, sigan resistiéndose). Visto lo visto y leído lo leído, no es aventurado aseverar que el más inmortal de los diez primeros nobelados sea el británico Rudyard Kipling, el cual, desde que publicó su Libro De La Selva, se ha mantenido en un puesto más que aceptable del ranking lector.

Rudyard Kipling

              Entre los años 1910 y 1919 fueron premiados dos alemanes y un suizo de habla igualmente teutona: el naturalista Hauptmann, el dramaturgo Von Heyse y el épico de Liestal Carl Spitteler, los dos primeros actualmente agazapados en un rincón de la inmortalidad berlinesa y el tercero muy conocido en las universidades de Basilea, Zurich y Heilderberg. También en esa década les tocó el premio gordo de la literatura a Verner Von Heidenstam, autor sueco que sigue haciéndose el ídem en las inmediaciones y las posteridades de Olshammar, y a los daneses Gjellerup y Pontoppidan, que antaño compartieron galardón como hoy comparten el postrero reconocimiento de un grupo de escandinavos que les atribuyen erróneamente una contemporánea dedicación a la novela negra. Al belga Maeterlinck le va algo mejor en esto de la gloria profesional, aunque esencialmente gracias al músico Debussy, que transformó en ópera su dramón Péleas y Melisanda, con el consiguiente resultado de que hasta los propios belgas – quienes por otra parte suelen ser intrínsicamente dubitativos –dudan algunos fines de semana especialmente separatistas de la autoría real de la citada obra. ¿Y qué decir de la post-vida del pacifista Romain Rolland? Si bien en su país natal se le sigue venerando porque para eso nació y murió francés, fuera de las fronteras galas su influencia literaria ha ido menguando y probablemente hoy la obra más leída respecto de su persona no proviene directamente de la misma sino de la del austriaco Stefan Zweig, amigo y profundo admirador de Rolland, de quien escribió una biografía, la cual tituló, en un rapto de originalidad sin precedentes, “El hombre y su obra”. La capitanía post-mortem de este equipo de segunda D (segunda década) le va a corresponder sin más al denominado Gurú del Amor, Sir Rabindranath Tagore, poeta, pintor y precursor del relato corto en la literatura bengalí, y hasta músico: India y Bangladesh tienen por himno nacional una de sus canciones.

Tagore
  
            La cuadra Nobel de los años veinte fue bastante generosa en caballos inmortales: siete de los diez ejemplares siguen exhibiéndose por sendos hipódromos acreditados. Al paso se mueven por la pista Anatole France – aunque cada día le cuesta más avanzar, hecho que a su vez significa que va alejándose de su cualidad de prohombre – y un Jacinto Benavente en similar retroceso: al prolífico madrileño que pasó de ser un empresario de circo enamorado de la trapecista inglesa “La bella Geraldine” a dramaturgo homenajeado por el gobierno del Frente Popular y de autor republicano a sainetero del régimen franquista – “Nuestro ilustre comediógrafo”, “nuestro preclaro autor teatral”, “nuestro gran premio Nobel”– , se le van doblando las patas (con perdón) al pasar junto a las gradas. Al trote aparecen Knut Hamsun, George Bernard Shaw y Henri Bergson. La obra de Hamsun ha sido una de las más influyentes del siglo veinte, a pesar del empeño que el propio autor pareció poner en que sucediese todo lo contrario: explorador de los múltiples caminos que conducen a la locura, el escritor de Oslo gozó de un reconocimiento mundial hasta que, siendo ocupada Noruega por los alemanes, el ya anciano Hamsun no sólo se declaró más nazi que el propio führer sino que llegó a regalarle a Joseph Goebbels la medalla del Nobel que la Academia sueca le había entregado más de veinte años antes. El pueblo noruego nunca le perdonaría y tras la guerra fue llevado a juicio, desposeído de sus bienes y hasta sometido a examen psiquiátrico. Hoy día no existe en toda Escandinavia una sola plaza o calle que recuerde al hombre que dijo que Hitler era “un guerrero para la humanidad”. 


George Bernard Shaw


              El dublinés George Bernard Shaw, amigo personal del líder independentista irlandés Michael Collins y, desde que se volvió vegetariano, acérrimo anti-viviseccionista – “fui caníbal durante 25 años”, “un hombre de mi intensidad espiritual no come cadáveres”, no se conformó con recibir el Nobel en 1925 sino que, trece años más tarde, recogió el oscar por “My fair lady”, adaptación al cine de su obra Pygmalion. El tercer trotador de este equipo, el francés Henri Bergson, mantiene, gracias a las influencias en la filosofía actual del conjunto de sus ensayos,  una aceptable velocidad a través de las praderas del más allá literario. En cabeza nos encontramos a dos galopantes irreductibles: William Butler Yeats y Thomas Mann. El primero, una de las figuras más emblemáticas del renacimiento literario irlandés, ha transmitido el legado de su alma celta en la música: referencias a Yeats, entre otras, en The Smiths, en The Cranberries, y no se pierdan el poema Stolen Child cantado por Loreena McKennitt; en el cine: entre otras películas “Memphis bell” o “Equilibrium”, donde uno de los personajes recuerda al poeta, “Pisa con suavidad porque estás pisando mis sueños”; en la literatura: el cuento “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz”, de Borges, empieza con una cita de “The winding stair”; y hasta en las series de televisión: el doctor House le lee a uno de sus pacientes “The wild swans at coole”, y en Los Soprano el hijo del capo hace lo propio con “The second coming”. En cuanto respecta a la obra de Thomas Mann, sigue impactando por la profundidad de su pensamiento crítico, baste para corroborar esta evidencia tres de sus obras: “La muerte en Venecia”, “Los Buddenbrook” y “La montaña mágica”…Venga, una más: “Confesiones de Felix Krull”.

Thomas Mann

             La década de los treinta se inicia en la Academia sueca con una novedad – el primer galardón entregado a un norteamericano, en este caso al mediocre Sinclair Lewis – y con lo que parece ser una venganza a un finado: el poeta sueco Erik Karlfeldt había rechazado el premio en 1912, y en 1931 se lo endilgaron a título póstumo. Los señores académicos debieron de pensar; ¿No querías Nobel, pues toma dos medallas, din dàre (que viene a significar so imbécil). En esa misma década premiaron a un francés de origen ruso que hoy apenas recuerdan en Francia y aún menos en Rusia, a un francés de origen francés que los rusos desconocen y algunos galos han leído, y a un finlandés que conocen Papá Noel y sus ayudantes, así como el reno más viejo de la corte. Tenemos además a Luigi Pirandello que, éste sí, ha logrado a lo largo del tiempo que sus más famosos Personajes sigan En Busca De Autor y que El Difunto Matías Pascal continúe más vivo que el día en que nació muerto. En cuanto se refiere a la postrera salud del bostoniano Eugene O´Neill, tiene algunos altibajos aunque sus vivisecciones de la sordidez humana mantienen su dramaturgia con escasas recaídas. Lo mismo le ocurre a la virginiana chinesca Pearl S. Buck, que, de los 85 libros producidos, mantiene en un razonable limbo lector aproximadamente un cinco por ciento de su obra.
             De los nobelados en los años cuarenta, parecen haber quedado todos los que fueron, salvo un danés que no obstante aseguran conocer algunos jutlandeses. Por otra parte, mientras doña Gabriela Mistral circula – o más bien es circulada – por toda Latinoamérica en forma de Antologías, en su Chile natal hace lo propio impresa en billetes de 5000 pesos. El germano Herman – Hesse – a su vez sigue tan místico de difunto como lo fue de seminarista adolescente, y al hedonista/inmoralista/anti-clerical (ista) André Gide no le va del todo mal la próspera posteridad, donde también yace el británico T.S.Eliot, levitando post-mortem en su Tierra Baldía. Y ahora llegamos a Faulkner: desde el paralelo e Yoknapatawpa, el espectro de Mississipi perpetúa su genio estilístico, ajeno tanto al Ruido Y La Furia como a los Mosquitos que zumban en el Santuario y, a la vez que evita a Los Rateros de ultratumba, exlama ¡Absalom! ¡Absalom!, mientras sigue siendo, tan lejos ya de la Luz De Agosto, un gigantesco Intruso En El Polvo.


William Faulkner

             Década de los cincuenta: han sobrevivido los difuntos Bertrand Russell gracias a sus Principios Matemáticos, obra maestra del pensamiento racional, y Winston Churchill gracias a sus seis volúmenes de memorias y a la memoria política de su ministerio. Han sobrevivido asimismo un asno y su padre – Platero y Juan Ramón Jiménez –, éste último ayudado, además de por el ilustre cuadrúpedo, por sus poesías metafísicas – las de Juan Ramón, no las del burro – hechas de Rosas Mustias Cada Día y de una Soledad Sonora. Tanto el ruso Boris Pasternak – quien, tras recibir el premio tuvo que devolverlo por “sugerencia” gubernamental–, atemporalmente convertido en el nómada Doctor Zhivago, como El Extranjero Albert Camus, que goza de Una Muerte Feliz tras haber vencido a La Peste y al mismísimo Calígula, se mantienen en unos aceptables niveles de póstumo reconocimiento. Ídem con el estadounidense Por Quien más Doblan Las Campanas, Ernest Hemingway, cuya vida aventurera estuvo a menudo a punto de matarle – en la España incivil-guerrera, cuando estallaron bombas en la habitación de su hotel; en París durante la segunda guerra mundial; en África al estrellarse su avión – aunque finalmente, ya que las circunstancias no se decidían a rematarlo, tuvo que hacerlo él mismo con una escopeta de caza.
            En lo que respecta a los autores galardonados a partir de la década de los sesenta, nos falta aún perspectiva para analizar si formarán parte de la gloria impresa o si por el contrario sus obras se consumirán silenciosamente en olvidadas bibliotecas o serán trituradas por máquinas recicladoras de papel. Qué será del hoy inmortal viviente García Márquez o de los  recién inmortalizados Saramago, Jelinek, Pinter o Le Clézio? ¿Conseguirá Neruda preservar su poesía austral de las termitas eviternas? ¿Será censurado el censor Cela en La Colmena de su definitivo Oficio De Tinieblas? ¿Se hundirá el Archipiélago Gulag de Solzhenistsyn como una Atlántida de palabras? ¿Seguirá Saul Bellow gritando Carpe Diem en su infinitud o padecerá un amargo Legado De Humboldt consistente en una infernal goma de borrar libros?
              Sin embargo, no es sólo la permanencia de los premiados en los últimos cincuenta años la que se ve cuestionada, sino también la de aquéllos que en la actualidad nos parecen invencibles en su permanencia literaria: Al Este Del Edén steinbeckiano hasta Sartre enferma por La Náusea, y no todos los que se hallan Esperando A Godot alcanzan El Callejón De Los Milagros de Mahfuz. Al fin y al cabo, la posteridad no es la canettiana Conciencia De Las Palabras y ni siquiera La Danza Del Bosque de Soyinka, sino más bien como el walcottiano Reino De La Manzana Estrellada, un goldingiano Señor De Las Moscas dispuesto a engullir con fruición hasta Los Ojos De Los Enterrados miguelángelasturianos. Como diría Darío – Fo – : “¡Aquí no paga nadie!”